No envidiaron paraísos ni fortunas,
ni lunas o quimeras veneraron.
Iban a la deriva por la suerte.
Todo era ancho, como la espera.
Lo casual estremeció sus mundos
y la pasión redobló su ofrenda.
Y con asombro se eximieron
del invierno que los nevaba.
Y relegaron a la indolencia
y fraguaron azules tempestades
y olvidaron alimentar dos soledumbres
y soñaron violines y violetas.
Y fueron paradigma
de los que se reconocen.
De los que se sabían
desde antes del secreto.
De los que burlaron a la nada
y desertaron
del orden donde morían.
mayo 2012
Obra de Leonid Afremov
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