Cuando la noche fundó nido en mi pecho y en las
afueras acampó la madrugada, rayitos de luna fueron tus palabras. Rayitos de
luna que, de brillos, incendiaron mi mirada.
Y aunque largo fue el naufragio y negras
las olas que me surcaban, te convertiste en el auxilio que impidió que me
sofocase en ese mar de sombras que aún hoy me reclama.
Y entre tus brazos descubrí el
extranjero país de la pasión. Y fueron tus besos los que reinventaron en mi
alma la ternura. Y fue tu cuerpo magnánimo abrigo, porque en ti siempre hallo
hospedaje cuando el dolor alcanzarme quiere. Pues, quieras o no, poder tienes para con una lisonja, un signo,
una sonrisa… desclavarme del vasto crucero de la amargura.
®Trini Reina/ 25 de febrero de
2007
Obra de Shaun Ferguson

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