Que sí, que no se está libre de que te
desvalijen la cartera y la vida, ni de que un infarto decida, después de tanta
batalla, de golpe fulminarte.
Pero hoy es imposible controlar esa
pelea de gallos en la barriga,
ni borrar con maquillaje el amarillo sin
sol del semblante, ni obviar el miedo, que se arrellana a sus anchas en el
palco de las pupilas.
Y
de golpe, el silencio, la quietud reconquistando los órganos, el inexplicable
júbilo de los enfermos cuando le prolongan los plazos.
...Y
sales por aquella puerta,
y
la entornas,
y
dejas atrás camillas,
batas
inmaculadas,
murmullos,
el
pánico maniatado de los que esperan,
la
voluntaria que ofrece café o caramelos
para
endulzar la incertidumbre
y
entonar la confianza.
Y
subes
-rediviva-,
las
escaleras,
como
si de espuma se tratara.
Y
sales a la calle.
Sales
a la calle
y recuerdas respirar…
©Trini Reina/diciembre 2011
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