Verdinegros.
Veteranos espectadores
de incontables duelos.
Observan, estáticos y esbeltos,
lo que otrora fue camposanto,
y ha transmutado en jardín
de infantes juegos.
Hoy la risa de los niños los
empapa
como antaño, el llanto por los
muertos;
testigos fueron y son
del brusco vaivén de los
tiempos.
Mas ahí continúan,
inquebrantables, eternos.
Los cipreses:
dignos escoltas del viento.
©Trini Reina/8 de octubre de 2008
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