Inalterable
abandonaste las orillas
de esa isla
vencida de tus aguas.
Cruzas el océano ignorado
por los constantes,
llevando entre las manos
la tibieza de la herida que infringiste.
Su voz te nombra, te nombra…
pero reafirmas el silencio en tu boca
y, enloquecida, gira la súplica en el
aire.
Desprendido de sus perfiles,
alcanzas la línea secular del
horizonte.
Y de espaldas a la rompiente,
olvidas las coordenadas
de aquella isla
ya sin geografía.
©Trini
Reina/Marzo de 2011
Obra de Pino Danei
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