Del torbellino oscuro de los
días
sólo me salva
la llama de un poema.
Un poema sustrae,
crudeza al delirio,
a él se aferra mi mente en
su naufragio
y cada verso reivindica su
respiro.
Es aura que almenas
derrumba.
fuego para los anhelos suspendidos,
astro inexplorado que ante
mí
desenmaraña sus anillos.
De él liba el alma cuarteada
agua dulce,
y a la vez martirio;
néctar en las aurículas
y en la sangre… alivio.
©Trini Reina/Septiembre 2009
Obra de Deborah Dewit
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