y su delirio,
ardidos y oscuros,
como la tarde que moría,
y vencidos de lento verano,
fuimos dos fuegos
enfrentados a su pavura,
rehusando el agua
que la pasión les concedió
y que ahora, solos, giran
inmersos en la vorágine
de un invierno absoluto
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.