8 de agosto de 2018

Cuarenta grados a la sombra


La tarde es bastión de estío sureño. El aire de agosto quema
como vapor de olla. La calle, vacía, caldea las huellas que repito.
Paso del tedio al ahogo, de la asfixia al cansancio.
El trayecto  es opresión incandescente, y el sudor que exhalo es evidencia que estimula a la mosca, que no renuncia a perseguirme. El aura de mi perfume la llevará a verme como un cactus  pasmoso. O quizá la seduzca mi acalorada agitación.
El asfalto semeja fragua -sin el brazo de Vulcano-.
Ni una nube extraviada alivia el furor añil de las alturas; y el sol es felino lujurioso que me muerde blusa y huesos.
Mi rumbo es sencillo, llano, pero lo hacen inexpugnable, deber y verano.
©Trini Reina/agosto 2018

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