En la angosta subida,
el viento arrasa los detalles.
A la derecha,
-las puertas del mundo abiertas-
el mar es furia
de espuma y golpes,
estruendo de olas,
fragancia de la esencia,
crepitar de las aguas...
A contra pendiente,
una mujer enarbola el íntimo blasón de su victoria,
y de complacencia se inflama.
La sal foránea,
se confunde con el fluir de lágrimas,
y en el rostro se incendian
las angustias del ayer.
El viento juega a frenarla,
mas la plenitud hace laureles del trayecto.
Ya en la cumbre
el faro es el icono de la clemencia de los siglos.
En la glorieta, que a la torre sirve de base,
la mujer, a bocanadas, inspira vida
y, trasminada de dicha y mar,
con ella misma sella la paz.
©Trini
Reina/Septiembre 2010
Obra de Jean Pierre Cassigneul
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