El
día se alarga.
Cuerda
sin cabo que me circunda
y
aprieta, aprieta, aprieta
a
cada giro
a
cada respiro
a
toda acción
que
emprendo
para
acelerar los minutos.
Las
once de la mañana
y
ya extenuada.
Ni
tiene lustre mi piel
ni
mi cordura color.
La
luz no orbita en mis ojos;
de
tan secos no reflejan.
Mis
ojos
duros
como el esparto
de
la cuerda que me apresa.
©Trini
Reina
De
“La aridez de la tormenta”
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