26 de junio de 2025

Chiribitas

Imagen de Alicja en Pixabay
El vacío imperaba en el centro de todo.
Angostó macetas de las ventanas,
en pasto convirtió a los geranios
y los claveles perdieron el grana.

Se demoraba la amanecida,
la testaruda noche no se avenía a irse a la cama;
las estrellas, en el infinito apagadas, bostezaban.

Sólo lucían los grises y ocres,
el arco iris sus colores racaneaba.
Las tinieblas descendían ocupando las líneas demarcadas.

Mas se oyó un grito rebelde
desde algún lugar de la oscuridad, desdeñándola.
Se negó a enmudecer para siempre
y entre estertores protestaba.
A la insurrección se sumó un rayito de verde de esperanza,
que pasó por allí y se unió a la campaña.

Con la algazara que estos creaban,
los rectilíneos labios a agitarse comenzaban;
un soplo de brisa les hizo cosquillas
y rompieron en carcajadas.

Se disipó de repente la niebla,
el rocío al aire dulcificaba.
Entonces, el cielo abrió sus puertas,
el sol férreamente lo conminaba.
El espacio se irisó de tintes:
rosados, azules y malvas.
Los recogió la aurora
y pintó de luceros su cara.

Las estancias volvieron a irradiar carmines,
los espejos chiribitas reflejaban.
El vacío se marchó con las orejas agachadas.

Todo está dentro de nosotros,
los amaneceres y las madrugadas.

©Trini Reina
12/11/2004

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