Obra anónima
Sintiéndose morir, instó evadirse a su alma, lejos de esa fosa de penumbras ocupada, y con un generoso suspiro la expulsó; libertándola.
Por una rendija de la celosía logró salir la desterrada, tras luchar con pesadas cortinas en damascos bordadas. Batiendo alas emprendió el vuelo, por un rayito de sol acompañada. Este le calentó el exterior y por dentro derritió su escarcha.
Se colmó el espíritu los ojitos, de doradas estampas, atesoró en su corazoncillo encendidas alboradas. Absorbiendo el olor del mar se ocupo los sentidos, de melódicas caracolas y perlas de nácar.
A un cometa le pidió la estela, y como bruja en escoba retornó a la alcoba, de hielo decorada. La soledad sin asomo de piedad, saciaba la estancia. A la muñequita, sumergida en ella, un hálito de vida le restaba.
Por los cristalinos ojos penetró la fiel ánima cargada; con arrobas de polvo de lunas, millones de azahares en guirnaldas, toneladas de sonrisas de niños, en pomos concentradas, los derramó en el seno de la marioneta, insuflándole vida al corazón y, soldando sus heridas, resanó a la muñeca rota, con susurros de amor.
©Trini Reina/2004
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