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Nada ha cambiado, descubro en mi retorno…
En el paisaje que una vez compartimos, los días se perpetúan en este lene matiz de otoño; el río, la casa, la arboleda exuberante que hiere al contrastar con el jardín sombrío y eternizado en mi memoria. El banco donde te esperé aquella remota tarde de lozanas alegrías, cuando el crepúsculo y hasta el aire conspiraron para entretejer nuestros destinos.
Luego, lejos de aquí, vendrían los acerbos días y aquellas noches que no merecían el alba. Y si alguna vez lo alcanzaban, el cielo se negaba a despojarse de su túnica de nubes.
Nada ha cambiado en las afueras de mí, pero engañarte no puedo. Sabes que, despojado de ti, en mi corazón reina el vacío y, mi alma, profanada de soledad en su seno se conmueve.
Regresé a casa sin ti, para de ti redimirme en el santuario que un día venturosos habitamos, y a pesar de que tan siquiera una flor ha modificado la acuarela, la expiración de aquel amor, aquí, multiplica en mi pecho la agonía.
©Trini Reina
07/09/2007
Del Poemario "A medio latido del alma"
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