Tan seguro marchaste...
¡qué largos tus pasos!
Las zarpas del invierno
te incitaron a huir de la primavera
con que mi pasión te coronó.
Y saliste. Al frío saliste
por el surco más estrecho de mi alma.
Cautivo el adiós en la garganta.
Acallado el latido leve
de tu corazón de escarcha,
y sin luto en la mirada,
desataste las amarras del puente
que un día a mi te allegó.
¡Tan firme en tu renuncia!
De la indiferencia,
empuñando la espada,
como un arcángel ignorado.
Así truncaste las ramas
de mi amor reverdecido
hasta que sólo quedó…
una hoja rezagada.
©Trini Reina
03/11/2008

No hay comentarios:
Publicar un comentario