5 de abril de 2009

Quién...

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¿Quién es el dueño de mi soledad? ¿Quién la dejó a la puerta de mi alma? ¿Vino de la mano del viento, o se coló de rondón por la ventana? ¿De quién es la culpa, que sin brida, sobrevuele las márgenes de mis entrañas, impregnando todo, de aromas a impotencias y nostalgias?

¿Quién es el dueño de mi soledad? ¿Por qué no acude a demandarla, y de mi pequeño cuerpo, a jirones la arranca? Que la lleve lejos, allende mi patria, donde yo cual peregrino la visite; por cortesía más que nada.

De saudades llevo la piel manchada. Y el corazón, a medio latido, por mi pecho se arrastra.

¿Cuándo marchará la inoportuna que me deja la sensibilidad desvestida y helada? ¿A qué viene este duelo sin sedantes, paliativo ni escalas?

¿Por qué una rosa que florece me deja, en lugar de deleite, al umbral de las lágrimas? ¿Por qué el cielo perdió su azul, tantas sucesivas mañanas?

Y aquí sigue adherida a un cuerpo que no acierta a soslayarla, mientras la mente, le implora que acullá se vaya; donde su ausencia deje en mi espíritu, la paz intacta.

De saudades llevo la piel manchada. Y el corazón, a medio latido, por mi pecho se arrastra.

©Trini Reina
27 de noviembre de 2005

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