Ardía el silencio en las afueras
y, con un tronar ambicioso,
el interior la estremecía.
Sobre el velador de la esquina,
las gafas -luna y carey-
reposaban su esqueleto.
Entre sus manos,
el papel, de blancura adolecía:
el alma negaba tinta
al desasosiego.
Un gato cruzó el alféizar de la ventana
y los cristales se impregnaron de sombras.
Sobresaltada,
asida al aire,
levantó sus faldas
y girando salió de la estancia,
dejando abandonados y a oscuras,
papel y abatimiento.
En la calle,
la lluvia regaba de aromas
las fronteras.
©Trini Reina
Abril 2010
Pintura de Janet Ternoff
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