-casi adolescente-
que nunca acude cuando se la llama.
Asidua a la deshora,
al asombro,
a surgir de improviso, fugaz y ajena,
a sorprenderte sin lápiz
ni afín al papel o a las teclas.
Caprichosa por demás,
es ama de las claves de idas y vueltas,
dueña de reglas, tiempos y compases.
Amiga de brujas, rival de brumas,
y posesora de las llaves de todos los penales
donde, en su ausencia,
suele dar con sus huesos la cordura del poeta.
Obra de Jean Peské
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