Sintió su
alma devastada por el rolar del tiempo y los desengaños. Y, desde otra
dimensión, escuchó el lamento de ese corazón, despilfarrando latidos, que nadie
oye.
Y reparó en la agonía del calendario, que perdía pétalos a toda prisa,
y percibió la decadencia de su risa contra el dominio de su llanto.
Observó su cuerpo, por los años marcados, y compadeció esa piel tan
huérfana de ternuras. Y la soledad del que no está solo, punzó tan hondo como siete espinas.
Y reparó en la agonía del calendario, que perdía pétalos a toda prisa,
y percibió la decadencia de su risa contra el dominio de su llanto.
Observó su cuerpo, por los años marcados, y compadeció esa piel tan
huérfana de ternuras. Y la soledad del que no está solo, punzó tan hondo como siete espinas.
©Trini Reina/2006
Obra de Candace Charlton
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