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17 de mayo de 2018

Hoy...


Hoy quise dedicarte un último poema, y mis dedos, inermes, no atinan a esgrimir la pluma; mientras el alma naufraga en el tintero.

Hoy quise escribirte un último soneto. Poner  colofón a esta historia  infructuosa con unos versos supremos; mas el silencio en la garganta se ha instaurado, y la voz se quiebra antes de emanar.

Hoy quise liberarme de ti con un poema. Una postrera estrofa, la rima final, la despedida… Mas las rebeldes letras, como adolescentes enamoradas, se niegan  a fluir.

Hoy pretendí dedicarte un adiós hecho poesía, y lo único que brota de mi mente son palabras de amor. Bienvenidas envueltas en versos.  Parabienes con rimas azucarados.
Hoy quería irme de ti... y como siempre me he quedado…

©Trini Reina/ 26 de abril de 2005
Obra de Pierre Bonnard 

4 de diciembre de 2017

Microcuento I


Érase una vez un cuento minúsculo. Tan pequeñísimo era, que fue devorado por las letras.
En cuanto el autor trazaba un signo sobre el pergamino, ellas, voraces; así mismas se rumiaban y auto-engullían.
Por lo tanto fue un cuento tan nimio, tan insignificante, que ni tan siquiera en él existió absolución para el punto final.

©Trini Reina
mayo de 2005

29 de octubre de 2017

Me lleva...


Me lleva.
 Hasta ti el corazón me lleva: tañendo me empuja, jubiloso me apremia, a seguir el rumbo que traza tu estrella.

Camino.
 Pisando charcos camino. Vadeando trochas, cruzando vías, abandonando andenes. Descalza a ratos, dotada de alas a veces; la vista clavada en el horizonte,  
que tu luz promete.

El alma, vieja experta en desengaños, al corazón grita ¡despierta!
 Huye de este extravío, que el invierno se allega.
Pero el corazón ahueca velas, invocando al viento que lo escolte en su carrera. Y el viento se disfraza de Levante, y rolando espolea al corazón hacia delante.

Te encuentra.
Varado a puerto, mi corazón te encuentra, sin mi amparo perdido. Sumergido en decadencia.

Me deja.
 En tus lindes, el corazón me deja, y ahí quedo, para ser tu compañera.
 De glorias y fiascos; discrepancias y avenencias. Porque aquí, donde el corazón me trajo, quiero erigir mi frontera. 

© Trini Reina/ Febrero de 2006
Obra de Marc Chagall  

14 de octubre de 2017

Mi soledad y yo...


Mi soledad y yo hace tiempo que firmamos una alianza de no agresión: testigos fueron su malasombra y mi hastío.

Ella hizo voto de no tiranizarme con su insidia. Y yo, prometí no acunarme junto a sus zarpas. 

De vez en cuando, me dejo arrastrar hacia su silencio y ella, leal, me zarandea recordándome nuestro convenio.

Otras, es ella, olvidadiza, quien se cuela por rendijas y puertas; viscosa y muda, y yo, para que no me seduzca le cierro mis recovecos.

Cuando en los alrededores la algarabía hiere mi sosiego, la reclamo, y ella a mí acude engalanada de añil. Y entonces yo, cansada, me dejo acariciar por sus manos arrulladoras…

Pero, cuando sin requerirla aparece de negro paño vestida, antes de que macule mi alma; extraigo de mi seno el pacto sellado, y le recuerdo su compromiso; y aunque ella se empecine, y pretenda quedarse en mis estancias más de lo acordado, me armo de voluntad y la desdeño.

Mi soledad y yo…
Llevamos años gozando de una sublime coexistencia.

©Trini Reina/1 de agosto de 2005
Obra de Eduardo Argüelles

25 de septiembre de 2017

Vigilia


En mi cuerpo la tristeza arde como frente enfebrecida. Avanza la noche sembrando estrellas que en mis ojos no brillan.

Llevo al invierno ceñido a la garganta y al estío clavado en las pupilas. Nunca en mi pecho ocupó tanto espacio la melancolía.

Enmudecido el aire, acompaña mis horas grises. Antes me coronaron otros silencios, mas no tan hondos ni tan nocivos. Toda mi piel tiembla de soledades y no existe tacto que la consuele, ni leves palabras de dulce abrigo.

Esta noche de nuevo mostrará sus garras la vigilia, convirtiendo los minutos en eternas pesadillas. Hasta que al alba cante el gallo y huyan los fantasmas, temerosos del tributo de esperanzas que aporte el día. 

©Trini Reina/2005
Obra de William Oxer

8 de septiembre de 2017

Fuego y cenizas


¿Quién descuidó la llama
de aquella pasión otrora inextinguible?
¿Quién dejó languidecer la hoguera?
¿Quién lanzó el primer puñado de nieve
a las ascuas que a morir se resistían?
¿Quién sopló las cenizas,
y las cedió al viento,
para que éste, ajeno al quebranto,
las entregase al ostracismo?

Ni tú ni yo somos culpables.
Ni tú ni yo verdugos fuimos.
Mas esa pasión que se sustentó del aire,
en el aire se ha perdido.

¿Será que todo fuego está condenado
a, por el fuego mismo, arder en el olvido?

© Trini Reina/Diciembre 2006

Obra de Isabel Navarro Verdú

6 de septiembre de 2017

Insurrección


Estoy cansada de poner buen perfil al mal tiempo. De sonreír eternamente a las afueras. De encender cada alborada las luces de mi fachada, cuando apenas la llama de una vela alumbra mis adentros.

Estoy agotada de disfrazar mis desalientos. De rellenar con humo mis vacíos. De ensayar blindajes contra el destino. De lidiar, huérfana de armas, frente a este ejército de sombras que me violentan.

Y quiero exigir mis derechos.

Exijo poder llorar a mi capricho sin que nadie me instale en los ojos un pañuelo para amordazar mis lágrimas. Exijo una tregua para revolcarme en mis miserias; para regodearme en mis dolores.

Exijo el derecho a derrumbarme,
estoy hastiada de tener que mostrar firmeza ante los elementos que me azotan. Por una vez, hoy, quiero sumergirme libremente en el túnel de las tinieblas y dejar de simular que soy un ser irreductible.

Quiero, al menos en este día, portar orgullosa la bandera nívea de la rendición, sin que nadie me tache de fugitiva que ya elegiré yo, libre, el momento de reemprender la lucha.

®Trini Reina
30 de agosto de 2005
Obra de Ivailo Petrov

25 de junio de 2017

Eolo


Abracé al viento irascible que, a ráfagas, se enredó en mi cintura. Aspiré su fragancia a indómita libertad. Quise llenar de él mis manos; mas, arisco, huyó y se posó en mi pelo, que se dejó mecer por su locura.

Cubrí mis oídos para no delirar con su suspiro. Cerré mis ojos para que no me hiriera la prisa de su vuelo. Y entonces, sentí en mis labios un turbulento beso que dejó en mi boca sabor a mar.

¿O sólo fue el salado regusto de una lágrima, que, rendida, descendió por mi mejilla,  acatando que Eolo, ni tan siquiera por amor, se deja domeñar?...

©Trini Reina/2006
Obra de John William Waterhouse

24 de junio de 2017

Islas...


Sonreía, con esa sonrisa que antecede al llanto: insondable, silente, íntima. Se mordió la lengua, y espantó a las lágrimas que acechaban, ávidas por sazonar la pena… Se mantuvo inmóvil, a sotavento de las embestidas que, desequilibrarla pretendían.

Sus oídos se negaron a descifrar sonidos. Sus ojos, posados en la nada, miraban sin ver. Dejó arrastrar los minutos, simulando un trance externo; mas, interiormente, exhortaba al espíritu a desdoblar las alas, y éste, no la defraudó…

Y voló. Voló hacía esa isla que se alza en el estuario de su clarividencia, donde ella, con la valija de sus sueños en una mano, y la llave de la libertad en otra, de tarde en tarde arriba, y en la que sempiternamente será, la única soberana…

®Trini Reina/31 de mayo de 2006

10 de marzo de 2017

Azules rotos


Bajo un cielo de azules rotos
vaga mi amor cansino y solo.

Perdió la partida,
renunció al deseo loco.
La ausencia se llevó a su par
y, de paso, el fulgor de los ojos.
La cumbre del olvido remonta mi amor.
Camina lánguido y cabizbajo.
lleva la soledad a cuestas
y el orgullo ultrajado.
Tras de sí remolca los sueños
como arrastra las cadenas un esclavo.

Profundo como es,
con tanta holgura y calado,
el silencio lo aureola de sombras
y la añoranza, en él, hace estragos.
El desencanto que padece,
vorazmente, vida le mermó
y de harapos, un sudario le adjudica el desamor.

Bajo un cielo de azules rotos
vaga mi amor.
Y en cada huella que deja,
como un sol caduco,
le agoniza el corazón.

®Trini Reina/
3 de Marzo de 2006
©Mis fotos

28 de febrero de 2017

Al trasluz


Sintió su alma devastada por el rolar del tiempo y los desengaños. Y, desde otra dimensión, escuchó el lamento de ese corazón, despilfarrando latidos que nadie oye.

Y reparó en la agonía del calendario, que perdía pétalos a toda prisa,
y percibió la decadencia de su risa contra el dominio de su llanto.

Observó su cuerpo, por los años marcados, y compadeció esa piel tan
huérfana de ternuras. Y la soledad del que no está solo, punzó tan hondo como siete espinas.

©Trini Reina/2006
Obra de Candace Charlton

22 de septiembre de 2016

La máscara


¡Quién sabe lo que hurga en mi alma!
Si estoy loca, es cosa íntima;
cada cual lidere su causa.

A quién han de importar
las lágrimas que no mostré,
los sueños destronados,
 los desdenes que ignoré.

Rehuyendo falsas palabras,
del corazón exilié la ternura
y a silencios me rebelé
contra dolores y dulzuras.

Ante mi cuerpo erijo un muro
de indiferencia calculada.
Nada me hace daño,
apenas me conmueve nada:
soy una ojera sin ojo,
una gota sin agua.

Cada amanecer,
la máscara a enfundarme vuelvo.
Todos juzgarán la sonrisa,
nadie indagará en el duelo.

©Trini Reina
octubre de 2005
Obra de Luis José Estremadoyro

18 de agosto de 2016

Para mi olvido...


Para mi olvido:
distancia, cerrojo en el alma y amargo vino
y un giro de cien grados al pérfido destino.

Para mi olvido:
constancia, anchura en el tiempo y luengo camino
y silencio a las palabras que eluden otros oídos.

Para olvidarte:
fría la mente y hielo en la sangre
y todos los recuerdos maniatados en una cárcel.

Para este olvido
 échame una mano amante
que voluntad no tengo para olvidarte…

©Trini Reina/2006
Obra de Nigel Van Wieck