a berridos
imposibles
-de oírla
duele la garganta-;
una tos
antipática
se mezcla
con el chirrido
de la
puerta de siempre:
el bus de
las cinco que pasa
con cinco
minutos de retraso;
la última
mudanza
afina dos
centímetros
la escalera
y zarandea
la paz
de los
viejos vecinos.
La niña lo
consigue
y clausura
el llanto.
Y sale de
casa con patines,
y baja a
golpes
-de rueda y
de ruido-
los
escalones,
mientras,
ufana y vencedora,
dice adiós
a su abuela.
El quejido
de la ventana
al tope de
su riel;
el racheo
de los cordeles
cuando a
toda prisa
recogen la
ropa;
la pinza
que se precipita al patio
que pagaron
todos y disfruta uno;
la lluvia
que arrecia y rompe
contra el
tejadillo de zinc;
el trueno a
lo lejos,
el viento
que pasa y rola
y rola y
pasa…
Pasa…
como la
tarde,
como el
trajín de la escalera,
como la
vida.
©Trini
Reina/11 de abril 2012
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