25 de junio de 2017

Eolo

Abracé al viento irascible que, a ráfagas, se enredó en mi cintura.  Aspiré su fragancia a indómita libertad. Quise llenar de él mis manos; mas, arisco, huyó y se posó en mi pelo, que se dejó mecer por su locura.

Cubrí mis oídos para no delirar con su suspiro. Cerré mis ojos para que no me hiriera la prisa de su vuelo. Y entonces, sentí en mis labios un turbulento beso que dejó en mi boca sabor a mar.

¿O sólo fue el salado regusto de una lágrima, que, rendida, descendió por mi mejilla,  acatando que Eolo, ni tan siquiera por amor, se deja domeñar?...
©Trini Reina/2006
Obra de John William Waterhouse

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