Vive. No sé
cuántos octubres se sientan en su espalda. Y no existe sistema que mida sus
desventuras, pero deduzco que fueron tantas, que unidas vestirían de gris al
arco iris.
La naturaleza la
dotó de poco volumen, ajustada belleza y extensa voluntad. Voluntad que se fue
apagando, llama a llama, a fuerza de reveses. En la penúltima reyerta, la mente
se le distrajo y en el semblante le quedó la ausencia delineada; mas su mala
estrella nunca entendió de banderas blancas ni hojitas de olivo, y en sus
contornos continua desorbitada.
Vive
La vida no cesa de
asaltarla, pero a ella tal animosidad ya se le escurre por las enaguas.
Imagen de la Red
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