12 de abril de 2018

Instantes

Entre tus manos confinaste las mías;
nunca hubo prisión más dulce.
Todo el peso de tu deseo
en aquella caricia,
todo el ancho del amor
en la yema de mis dedos.

Luego, aún las manos fundidas,
apartamos de ellas la mirada,
y se encontraron nuestros ojos.
Espejos que jamás necesitaron
la pericia de la palabra.
Todo el peso del  deseo
en ese tu contemplarme,
todo el ancho del amor
en mis pupilas.

El mundo detenido.
Interrumpieron los pájaros el vuelo.
Cesó el viento de bambolear ramas.
Hasta el mar enmudeció las caracolas
y decretó silencio a sus olas.
Todo el peso de tu deseo
a mis sentidos suspira.
Todo el ancho del amor,
en mi corazón danza.

Tú y yo,
suspendidos en ese instante recogido,
donde concordaron nuestras almas.
®Trini Reina/28/08/2008
Obra de James Crandall

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