Deja que el aire de mi pasión
zarandee tus horas grises,
así disperse de tus perímetros,
la tristeza que te subyuga.
Deja que la ternura,
germinando entre mis dedos,
escancie lavándulas en tu alma,
así renazcas tal jardín voluptuoso.
Deja que la insurrecta luz de mis ojos
sea la clave que exonere tus iris
del velo que clavó el desencanto
en la hierba de tu mirada.
Deja que la esperanza que me vive
trasmine tus sentidos
con cascadas anti nostalgia,
y que yo sea el arcángel
que seduzca a tu derrota.
Así tu corazón, indultado,
desnudará fronteras a Cupido.
Deja que sean mis próvidas flechas
las que inflamen tus arterias.
Y sálvame de mis horas grises,
vierte lavándulas en mi alma,
desclava el velo de mis iris
y desvía, allende de mi,
la agonía del no tenerte...
©Trini Reina
18 de junio de 2009
Obra de Denis Nolet
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