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23 de diciembre de 2018

Deja...

 

Deja que el aire de mi pasión
zarandee tus horas grises,
así disperse de tus perímetros,
la tristeza que te subyuga.

Deja que la ternura,
germinando entre mis dedos,
escancie lavándulas en tu alma,
así renazcas tal jardín voluptuoso.

Deja que la insurrecta luz de mis ojos
sea la clave que exonere tus iris
del velo que clavó el desencanto
en la hierba de tu mirada.

Deja que la esperanza que me vive
trasmine tus sentidos
con cascadas anti nostalgia,
y que yo sea el arcángel
que seduzca a tu derrota.
Así tu corazón, indultado,
desnudará fronteras a Cupido.

Deja que sean mis próvidas flechas
las que inflamen tus arterias.

Y sálvame de mis horas grises,
vierte lavándulas en mi alma,
desclava el velo de mis iris
y desvía, allende de mi,
la agonía del no tenerte...

©Trini Reina
18 de junio de 2009
Obra de Denis Nolet

12 de septiembre de 2018

Cielo y tierra (recomposición)

 


Soñando… 
Te vi. Llameaba el silencio en las afueras. La madrugada me cautivó con su pórtico de estrellas. Venías despacio, escoltado por la luna; las nubes esponjaban tu camino. Apareciste ante mí y creció el hechizo. En el hueco de tus manos germinaban las flores del deseo. Tus dedos tiñeron de rosa mi piel y prendieron rumores en la sangre. A ti se aferró mi cuerpo, entregado; mientras el alma, en su hueco, festejaba la armonía.

Y todo el cielo fue nuestro… 

Desperté. 
Al inaugurarse la aurora, mi mano viajó buscando tu cuerpo, pero sólo las sábanas, en su frialdad, la caricia recibieron. De repente, se deshizo la quimera. Se diluyó la dicha del claro sueño. La realidad me besó la frente con sus labios helados. La ausencia se coló por todos los poros, hasta impactar con la ingenuidad del corazón. La mañana, impaciente, azotaba mis ventanas, con la crudeza de lo real. Y, en el jardín, los pájaros desataban la algarabía. Recordándome que, a pesar del desarraigo, el mundo no cesa de girar.

Y la Tierra me abrazó… 

 © Trini Reina 
07/05/2005
 Octubre 2012

Obra de Sally Storch