3 de agosto de 2025

Olas


Tal como la hierba huía de Othar,
así algunos huyen del dolor ajeno.
Un estigma para quien piensa que,
a fuerza de ignorarlo,
mantendrán su mundo preservado.
Los hay mediocres...
Ojalá la defensa,
estuviese en el huir.
Cruzaríamos desiertos,
incluso bajo el yugo del mediodía.

“¡Eh, tú, yo no quiero
estar al tanto de sufrimientos!”
Y esgrimía
la hoz como bandera...
Corazones superficiales,
almas fragmentadas
por el influjo de frívolos genes.

Fueron más las manos
de trigo encendido
que se quedaron
-pan que consumió,
hasta del naufragio elevarse-.
Más las auroras
filtrando sombras,
que arratonadas vanidades,
hirientes.

En el océano de la vida,
nunca sabremos
qué demonios triunfantes
administran las olas;
por eso rechazo a los pusilánimes.
Las olas, aunque espaciadas,
suelen alcanzar,
-con más o menos inquina-
a todas las orillas.

©Trini Reina/2009

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