23 de noviembre de 2025

Gente, domingo y arte

Mañana de cielos añiles, moteados de blanco. Frío. Intenso frío. Domingo de misa y noviembre...

Gente en el centro de las plazas y en las esquinas. Gente bajo las marquesinas, compartiendo y dialogando. Tabernas añejas y mínimas. Dulce vino y calor imaginario.
Besos fraternos, cordiales, enamorados. Niños que corretean o lloran. Padres exasperados. Coches de caballos y cocheros, al acecho de turistas extenuados. Palomas confiadas, farolas y semáforos. Estilizadas catenarias fernandinas –la avenida agradece el cambio –, bicicletas y carriles. Cochecitos con bebés que no se ven de abrigados. Gente yendo y viniendo, y el álgido viento sembrando inviernos.

Guantes rojos, bufandas y abrigos largos. Puestecillos de castañas asadas, regaliz, alhucema, incienso e incensarios. Aromas, humo, bullicio engalanado.
Falsas pieles sobre los hombros. Grandes bolsos, sombreros enlanados. Flemáticos mimos desafiando al frío y un gaitero que regala caramelos a quién aporta monedas a su canasto. Bancos y jardincillos, palacetes y naranjos amargos. Campanas y espadañas con las nubes compartiendo espacio. Gente que todo vende. Gente que poco gasta y mucho siente. Gente con apuros estacionados, porque hoy es domingo y hay que regatear al perseverante tren de los desencantos. En Plaza Nueva, Feria del Libro y San Fernando, que vigila, desde arriba, la ciudad que conquistó antaño.

Una joven, chaqueta de payaso, peluca y zapatones exagerados, reparte publicidad, calle arriba, plazuela abajo. Un chaval, de Mickey Mouse disfrazado, vende globos, o eso intenta, mientras maldice la crisis que lo abocó a este “fregado”. Gitanas morenas y anchas que ofrecen romero con insistencia a los paisanos y en Plaza de San Francisco bailan y cantan tres indios americanos. Su música nos retrotrae a las raíces del pasado. –¡Cuidado, atrás! – grita uno de ellos–, ¡el tranvía se está acercando! La gente se arremolina, mientras la flauta no ceja de emitir su quebranto. La Giralda, tan hermosa como una quinceañera sempiterna, se eleva sobre los tejados.

Ante la rejuvenecida iglesia de El Salvador, Dalí con sus esculturas está representado, “Carmen, La Crótalos”, parece que disfruta del ambiente y fulgura. Sobre el Cristo de San Juan de la Cruz, un rayo de sol, brillante y sin fuerza, reverbera y, en la sombra, parece que tirita el “Tritón alado”.
Y a las puertas del Ayuntamiento, bajo el cielo de Sevilla iluminado, es un lujo disfrutar de Auguste Rodin y su arte extraordinario. A saber, qué estará “El Pensador”, sobre nosotros cavilando.

© Trini Reina/2008

15 de octubre de 2025

De la mano del invierno

Tan seguro marchaste...
¡qué largos tus pasos!
Las zarpas del invierno
te incitaron a huir de la primavera
con que mi pasión te coronó.

Y saliste. Al frío saliste
por el surco más estrecho de mi alma.
Cautivo el adiós en la garganta.
Acallado el latido leve
de tu corazón de escarcha,
y sin luto en la mirada,
desataste las amarras del puente
que un día a mi te allegó.

¡Tan firme en tu renuncia!
De la indiferencia,
empuñando la espada,
como un arcángel ignorado.
Así truncaste las ramas
de mi amor reverdecido
hasta que sólo quedó…
una hoja rezagada.

©Trini Reina
03/11/2008

14 de octubre de 2025

Llover corazones

Tus lentas manos
aceleran mi corazón
embelesado.
Sobre mi tez descienden
como lluvia de abril,
anegando de emoción
a este ser que, cautivado,
te contempla
y que perdida tenía la fe
en amores trasnochados.
Ahora, la piel recobra,
a pétalos, la juventud;
mientras, como rosas,
la pasión aflora
en el vientre arrebatado.

©Trini Reina
24/01/2009

13 de octubre de 2025

Latidos

¿Te hiere, como a mí el desamor?
¿Evocas, a escondidas, el pasado,
o vives de cara a la dicha.
ignorando nuestro idilio trasnochado?

¿Te duele mi nombre en la boca?
¿Arden aún las flechas en tu costado,
o triunfó la perfidia del olvido
y pereció la pasión bajo su manto?

¿Cómo me arranco esta querencia?
¿Cuántos latidos le restan a este quebranto?

©Trini Reina
02/02/2009

12 de octubre de 2025

A la deriva

Autor de la pintura: Edvard Munch "Melancolía"

Cansado estoy de gobernar a solas el timón de este amor que navega a la deriva; de desplegar las velas cada día, a sabiendas que no soplará viento que me ayude a avanzar en este piélago de indolencia. Este amor ha muerto, mas ni tú ni yo hemos recibido la esquela que lo certifique ¿O, quizá, seguimos asidos a una fábula, tiempo ha finiquitada?

Se nos murió el amor. Ese amor que desde la primera luz sentimos. Ese que nunca declaramos a palabras llenas; siempre dejábamos atrás alguna letra por temor a enunciarla en su totalidad y, una vez desnudados, no hallar la salida del laberinto. Y así, coartados, continuamos queriéndonos, velando un sentimiento que nos ganaba con los años, hasta el punto que de cotidiano se convirtió en cenizas.

Ahora ya no sé lo que siento. Quizá tú esperabas más de mí, mientras yo gastaba el presente esperando que fueras tú quien moviera la ficha definitiva. Nosotros, que tantas cosas nos confesamos, que todas nuestras frustraciones, sueños, pasiones, desgranamos, fuimos incapaces de vencer el recelo a quedar comprometidos…

Y ahí nos bamboleamos, en un “puedo y no quiero” que nos ha dejado a las puertas del abismo. A ese desesperanzado distrito donde nunca quisimos caer, el tiempo implacable nos ha arrastrado.
Se nos murió el amor y ni tú ni yo hayamos motivos para resucitarlo.

©Trini Reina
12/02/2009