6 de enero de 2016

Madrugada de Reyes

Madrugada de Reyes...
En el corazón, un lazo,
de ilusión celeste.

La mente del niño
-cuchillito aleve-
murmura que suben
por la calle La fuente,
los tres Reyes Magos,
vecinos de Oriente.

La brisa mueve las ramas,
y a él le parece
que Baltasar lleva alas
en sus sandalias verdes.
El aire es una campana
que la fantasía promueve.

Al  niño se le alargan las horas,
las estrellas irse no quieren,
los minutos se hacen eternos,
las voces de la noche se encienden;
el ulular de una lechuza,
bufar de camellos le parece.
¿Será Gaspar que se acerca
a pasitos breves,
con grávidas alforjas,
henchidas de juguetes?

¡Qué impaciencia le domina,
qué fiero el sueño que le puede!
Se le apagan los ojitos
imaginando pesebres.
Con su capa escarlata,
Melchor majestuoso viene.
Sus  regias barbas
corpúsculos de nieve.
Al fin lo rinde el sueño,
cuando la aurora se extiende.

Sobrecogido, el niño despierta,
en sus labios, la sonrisa se mece.
Antes de bajar de la cama
a juguetear, diligente,
piensa que este año, de nuevo,
¡se le escaparon los Reyes!

©Trini Reina
Enero 2009
Imagen de la red 
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