Imagen de Gerd Altmann en Pixabay
Posó los dedos en su pelo salpicado ya
con hebras de estrellas.
Y el hueco de las manos llenó
con la luz de su tez morena.
Los labios carnales y hambrientos
besaron el rictus de su boca.
Y la desvergonzada lengua audaz se perdió
en el umbral de las sombras.
Lo adoró descarada y posesiva, hembra voraz;
mujer ternura.
Descendió la montaña de su cuerpo
disfrazada de frugal espuma.
La piel vibrante perlada, el alma desbordando deseos.
A él se entrego sin guardarse nada,
con él gozó saciando anhelos.
Más tarde cansada, se refugió en aquellos brazos
ardientes como nocturnas fogatas
y entornando los párpados,
soñó que sobre la luna levitaba.
Lunas y lunas doradas de encajes,
vendavales de pasiones reprimidas,
caricias tantas veces idealizadas,
amantes sumergidos en delicias.
©Trini Reina
24/11/2004
No hay comentarios:
Publicar un comentario