De
la cotidiana cotidianidad.
Del
insomnio que galopa mis madrugadas.
De
este bullicio silencioso que tiraniza.
De
buscar sin fe
-en
el bolso de las mentiras-
algún
motivo para elevarme.
Estoy
hastiada del hastío.
De
la ruda debilidad que me atenaza.
De
inhalar esta pereza que conquista.
De
rebuscar sin aliento
-en
los añicos de mi materia -
la
génesis donde renacerme.
Duelen.
Me
duelen
cada
uno de los veintiún gramos
que
pesa mi sustancia.