14 de octubre de 2017

Mi soledad y yo...

Mi soledad y yo hace tiempo que firmamos una alianza de no agresión: testigos fueron su malasombra y mi hastío.

Ella hizo voto de no tiranizarme con su insidia. Y yo, prometí no acunarme junto a sus zarpas. 

De vez en cuando, me dejo arrastrar hacía su silencio y ella, leal, me zarandea recordándome nuestro convenio.

Otras, es ella, olvidadiza, quien se cuela por rendijas y puertas; viscosa y muda, y yo, para que no me seduzca le cierro  mis recovecos.

Cuando en los alrededores la algarabía hiere mi sosiego, la reclamo, y ella a mí acude engalanada de añil. Y entonces yo, cansada, me dejo acariciar por sus manos arrulladoras…

Pero, cuando sin requerirla aparece de negro paño vestida, antes de que macule mí alma; extraigo de mi seno el pacto sellado, y le recuerdo su compromiso; y aunque ella se empecine, y pretenda quedarse en mis estancias más de lo acordado,  me armo de voluntad y la desdeño.

Mi soledad y yo…
Llevamos años gozando de una sublime coexistencia.

©Trini Reina/1 de agosto de 2005
Obra de Eduardo Argüelles

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