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14 de abril de 2009

Habló el alma

Autora de la pintura: Isabel Navarro Verdú

Dijo el alma que estaba agotada, que ni fuerzas para querer tenía. Que por andar tanto tiempo metida en infructuosas pasiones, había quedado en un estado deplorable, y hasta la sangre que la alimentaba se había tornado cuajada y oscura.

Dijo el alma que no pariría más versos. Que no impulsaría hacia la mente más ráfagas de rimas. Que no viajarían por sus raíles más palabras de concordia. Ni emitiría esos rápidos telegramas, que salían de su esencia, cargados de poemas.

Dijo el alma que, como tal alma que era, se merecía un inyectable intravenoso de sosiego, varías dosis de jarabe de calma, y alguna ramita de olivo, paradigma de la paz, aunque fuese triturada y en grageas.

Dijo el alma que no se cansó de amar; sino de ser mal amada. Que no renunció a cantar, pero se hastió de que su canora voz, en favor de los gritos, fuese ignorada. Dijo el alma que, por sus poros, se infiltró la melancolía, como espuma emponzoñada.

Y le contestó la mente que también ella estaba fastidiada. Harta de sobrellevar la alianza con la cordura, grabada a cincel y espada.

Y ahí están las insurrectas: alma y mente hermanadas. Las dos, de la mano, se han ido esta noche de parranda, cediendo el mando al corazón que bosteza en su caja solitaria. Y aquí queda el cuerpo, con la mente zanganeando y el alma cerrada, y con la esperanza de estabilizar el seísmo que sacude desde su núcleo a su sombra, desde su andares a su mirada…

©Trini Reina
5 de agosto de 2006

12 de abril de 2009

Daría

Autor de la pintura: Pierre Auguste Renoir
Daría las rosas, todas las rosas que en mis jardines brotan,
por borrar de tu mirada ese viso de derrota que te hace compañía.

Daría la libertad a mi sonrisa, y la dotaría de alas,
así se posase traviesa en tu boca, y a tu sonrisa, despertara.

Daría las caricias que me sobran, y si de tanto darse se agotan,
algunas nuevas concebiré; sin desalientos ni demoras.
Para que así, tu piel, a fuerza de lisonjas, recobre la pasión, que perdiera otrora.

Daría una ola de esperanza, que anegase y diese fin, a ésa tu desesperanza.
Ésa, que he visto apoderarse de tu ser, y que con el paso del tiempo, en tus centros se arraiga.

Y es que por verte feliz, daría hasta mi alma. Como ya te di mi corazón, antes de que te percataras. Como te transferí mis sentimientos. Como te ofrecí sosiego y agua; para aliviar tu sed de paz,
y apagar el incendio que tu espíritu mata.

Porque es tanta mi querencia, que por ti, amor, lidiaré contra el abismo de tus noches, hasta alcanzar el vértice de tus alboradas, cuando a mí retornes, redivivo, de tan larga madrugada…

©Trini Reina
25 de junio de 2006

10 de abril de 2009

Vestida de domingo

Obra de Sofía Brown
Para ti he venido, con la sonrisa más directa, vestida de domingo.

Hasta ti llego, la soledad destronada, merced al gozo que ahora ilumina mi juicio otrora en sombras. Hasta ti me aproximo, cargada de promesas, cada una de ellas, concebidas por amor.

Hasta ti vengo cerrando huecos, difuminando brumas. Ante ti me revelo, solicitando magnánimos soles que entibien mi espíritu, por tan largo espacio humedecido.

Arribo laureada de regocijo, con la esperanza alerta y el desamor confinado. Traigo el desaire perdonado y practicado el olvido. Porto la paz desplegada, como esas alas que sin redes vuelan hacía el infinito.

Ante ti me descubro con los sentidos recuperados de añejos desencantos y, dispuesta a emprender itinerarios distintos que me rediman del pasado, del cual, hoy, sin rencor me despido.

Para ti tengo henchidos de besos los labios, anhelantes por pernoctar en tu boca y todas las caricias, que arrinconaron las derrotas, resucitan, y a dos manos, batallan contra la fría corriente de tu río.

Traigo la pasión desbocada y, en las entrañas, el deseo contenido.
Hasta ti llego, con el alma desnudada, irisada de ilusiones, hasta ti guío, febril por entregarse, al corazón desvestido.

Para ti he venido, con la sonrisa más directa, vestida de domingo.

©Trini Reina
30 de abril de 2006

Por ti

Imagen de la red
Por ti, yo callaría las mil preguntas que se enroscan en mi garganta.
Por ti, urgiría a mi voz a pronunciar las palabras que demandan tus sentidos.

Por ti, omitiría los reproches, y daría la independencia a las promesas, pues ¿de qué valen estas, si el corazón o el alma no son sinceros al consumarlas? ¿De qué sirven, si no llevan el sentimiento en ellas impreso? Pronunciarlas frívolamente sería como guillotinar a la esperanza.

Dame, más que palabras, caricias y besos. Lléname de intenciones y actos henchidos de ternura. Traguémonos el orgullo y quitemos las riendas al amor, así se desboque y libremente cabalgue por el río rebelde de nuestra sangre, y que en su fuga, prenda en el vientre, la pira del deseo…

Demos longitud al tiempo, y que él, sólo el, escriba en el pergamino de la vida, la leyenda de esta pasión, a la que ni tú ni yo, atinamos a ponerle nombre.

©Trini Reina
29 de mayo de 2006

Habitante de mi alma

Autora de la pintura: Isabel Navarro Verdú

Eres mi sueño consumado. Mi realidad idealizada. La cumbre de mis quimeras. El abismo de mis batallas, donde yo, rendida, ante ti derrocho mis armas. Donde tú, blandiendo el triunfo, siempre me ganas.

Eres parte de mi vida, habitante de mi alma. El faro que me guía y la marea que me arrastra. El nirvana que persigo. El naufragio que me abarca. El sol en mis crepúsculos y la luna en mis alboradas.

Contigo vuelvo a ser cándida niña, que espera al amor tras la ventana. O plena mujer, que tu pasión exige, sin mesuras ni trabas. Pues eres, el puerto donde se ampara mi deseo. Y el fuego que en mi vientre prende llamas.

Eres el latido, que pone música a la canción que mi sangre canta. La pregunta sin respuesta. La duda eternizada. La palabra que me arrulla. El centinela que me guarda. La fuerza que me empuja y el poder que me demanda.

Eres todo lo que pido, aunque bien sabes que no te pido nada. Porque mi amor es más que amor, y no precisa rúbricas, ni promesas desaforadas.

Tú eres la brújula, tras la que mi corazón equivocó su marcha. La playa hacía la que, olvidada la prudencia, yo encauzo mi arribada. Esa orilla, hasta donde como una ola llego, impetuosa y entregada.

®Trini Reina
16 de mayo de 2006

9 de abril de 2009

Volaba

Imagen de la red

Volaba, la sensatez perdida. Volaba, por la cumbre de la euforia. Los pies, hollando flores. Las manos, acariciando nubes.

Desde su alcor, la luna la celaba, menguante y respingada; vaticinando la debacle. Más ella, coqueteando con la brisa, su idílico mundo fraguaba.

Las estrellas, formando corros, hilvanaban cábalas ¿Dónde irán destinados, los pasos de aquella incauta que, tanto se desviaban de la ruta prefijada? Mas ella, aventurada, desafiando a los elementos; apasionada por la vida…Volaba.

Volaba, la sonrisa descubierta. Volaba, el corazón desnudo. Y la piel, a la pasión dispuesta. Volaba. El alma, candorosa, confiada en las gentes y las cosas. Escoltada por sus sueños. Precedida por su sombra.

Su sombra, que viajaba adelantada, no se percató que en su viaje, el cielo trocaba el paisaje. Y el hielo del desencanto, al cielo usurpó su celeste manto y lo vistió de brumas.

El viento, despertó de su destierro, y de pleno la alcanzó en un costado; desequilibrando la armonía, de sus alas irisadas. Y sin misericordia, fue empujando a la desdichada mariposa, obligándola a descender ladera abajo.

Las flores, dejaron de exhalar amores, y se volvieron espinas, que herían sus pies desnudos y sus manos vacías. Y sin freno, siguió cayendo, desde la cúspide de sus sueños; hasta el abismo de la nada. Que las mariposas son etéreas, y el céfiro las arrastra.

©Trini Reina
4 de marzo de 2006

8 de abril de 2009

Volar sin alas

Imagen de la red

Qué difícil se me hace, ante este papel de nieve, trazar con tinta de amor mi despedida. Trémulas las manos, remisas son a ceñir la pluma y mi corazón, que aún de amores sangra, sólo tiene redaños para sobrellevar su duelo. Esta carta, blanca mensajera, te dará norte de mi partida.

Dirás, que no me crees, que infinidad de veces tomé las valijas y marqué distancias, para luego volver a ti, con el orgullo roto y el alma a rastras.

Hoy será distinto, prometo marchar allende tu casa, donde no me alcance, como una ola, la persuasión de tu sonrisa, ni el encantamiento de tu mirada.

Arduo será cargar sobre los hombros esta soledad implorada, mientras la huella del dolor forja nuevos surcos en mi cara y, en los ojos, se hace pública toda mi angustia derramada.

Mas, el espíritu agradecerá que lo libere de ese deseo negro que, estando tú, lo aprisionaba, coartando su armonía y despilfarrando la décima de cordura que le restaba.

Te digo adiós. Jamás imaginé que mi voz, para ti, emitiera tan gris palabra, mas la voluntad de cerrar esta historia me posee y, de su mano, vuelo sin alas.

Tu recuerdo viajará conmigo sólo hasta que el olvido lo triture entre sus garras, cuando una nueva ilusión ingrese en mi corazón, encalando sus tapias. Para que en ellas, el sol reverbere y, con su albor, desvanezca las sombras pasadas.

Éste es el adiós definitivo, que la vida sin mí te dote de gracia, que yo, sin ti, sembraré la mía de las más primorosas plantas. Así la dicha bailará nuevamente en mis venas como, en las hojas, baila la savia.

©Trini Reina
20 de febrero de 2006