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16 de julio de 2025

Jardín sin jardinero

Imagen de la red

¡Qué desolado luce el jardín sin jardinero!
Plomizos y anémicos son sus colores y, como cenizas,
se agrisaron en pleno sus verdores,
como esos amores que en solitud suspiran.

¡Ven, que tengo sed de tu agua, jardinero!
¡Qué tristeza en este jardín se respira!
Anhelo tu lluvia de besos y, de tus manos,
el embrujo de sus caricias.

Jardinero, a tu corazón solicito su dulce semilla.
Deja que germine en mi pecho,
que de ella broten
las flores más sencillas:
granates amapolas, como mariposas suspendidas,
una cascada de jazmines y un diluvio
de risueñas margaritas.

Ven y dame tu esencia, jardinero.
Ven y que tu savia de ternuras riegue mi vida.
Yo te prometo, de mi pasión, el fuego.
Y, a manera de galardón,
aquella estrella que tanto brilla... en el cielo.

©Trini Reina
26 de octubre de 2006

25 de abril de 2009

Miel y vino

Autor de la pintura:John Atkinson Grimshaw "Silver Moonlight"

Atadas tenías las manos y deambulabas dentro de un circulo. Yo abrí, con las armas de mi alegría, en éste, un resquicio.

Entré y liberé tus manos, y tú a mí te diste, agradecido. Bajo mi sombra te amparé y te ofrendé mi abrigo. Y fue mi pasión el candil que alumbró en adelante tu destino.

Compartiendo mutuas soledades escalamos hacia el vértice de un amor de miel y vino y, en el trayecto, sembramos jardines de rosas, claveles y lirios, donde quedaron sepultadas las reliquias de inveterados suplicios.

Algo me retuvo en la subida y, dadivosa, te alenté a proseguir el camino, mientras rezagada quedé, a merced de las tinieblas que, en mis contornos, fue entretejiendo el hado indigno.

No volviste atrás la mirada, en tu travesía hallaste nuevos peregrinos. Grité para que por mí volvieras y me alzaras de las arenas movedizas donde había caído. Pero ya en tu corazón gozaba de vasto espacio el olvido, ese buitre indomable que, en tu voluntad, fundó su nido.

Ahora son mis manos las prisioneras. Ahora soy yo quien vaga dentro del círculo, mas tú sobrevuelas a tanta altura, que imposible es que te alcance mi invocación de auxilio. Y en caso de que rozara, el eco de mi voz tus oídos, mirarás hacia otro lado y dirás, que fue un caracoleo del viento, o acaso, un espejismo.

©Trini Reina
9 de octubre de 2006
Reeditado el 05/09/2008

18 de abril de 2009

La vida desde fuera

Imagen de la red

Veía la vida desde fuera, apostado en un balcón de nubes, contemplando las intrascendencias que al ser humano, allá abajo, angustiaba.

Algunos, presuntuosos, cegados al presente, mientras ambicionan visiones irrisorias de futuro. Y otros anclados en un rancio pasado, intentando reproducirlo una y otra vez en el ahora, negando la evidencia de lo inútil del afán; porque sólo es real el período que vivimos.

Y, desde ese alcor de nimbos, hay veces que se sonríe ante tanta banalidad infecunda, ante esa absurda discordia, y otras, llora, oscilando con incredulidad la cabeza, al observar tal desperdicio de ideas, de energía vital, de amor, con y sin fuego, de tiempo inadecuadamente invertido. Mientras obvian la esencia, la razón del existir, la médula de la vida; ensimismados en fútiles menesteres.

Y se suceden los años. Caen como hojas de otoño las páginas del calendario, arrastrando tras ellas las cenizas de los días sin usar, o, peor aún, de los días mal usados. Y, desde ése balcón de nubes, se desprende una fina llovizna, a manera de desesperanzadas lágrimas.

©Trini Reina
24 de septiembre de 2006

La arribada

Autor de la pintura: Paul Delvaux (Robe de Meriee)

Arribó el amor. En aquella estación, ya nadie lo esperaba, tan avanzada la noche. Llegó el amor, y recorrió los fríos andenes, y en silencio, paso a paso, fue dejando vestigios de prodigiosa calidez.

Nadie lo esperaba. Desde un vagón fantasma, descendió el amor, envuelto en niebla, vestido de humo. Se presentó sin valijas visibles; pero traía las alforjas del alma sobradas de sentimientos. Como un ilusionista, de su chistera surgían: requiebros, besos, suspiros, rosas y caricias… Dadivoso hechicero desplegando por doquier sus sortilegios.

Llegó el amor. Y aquella alma solitaria, que se vanagloriaba de ser la soberana del escepticismo, ésa, que hasta entonces se limitaba a ver pasar los trenes, ante aquel vendaval de seducción que contra ella arremetía; sólo pudo abrir los brazos, y entregarse sin dilación, a tan insigne viajero.

©Trini Reina
12 de agosto de 2006

12 de abril de 2009

Yo te saludo

Autor de la pintura: Paul Delvaux

Buenas tardes tristeza. Dime: ¿No tenías otras almas que visitar hoy? ¿Sólo te restaba plantar tus pezuñas en la mía? ¿A qué has venido? ¿Por qué así de tapada, con ese lóbrego pañuelo ocultando tu boca? Si de sobra conozco la dimensión de tus colmillos. ¿A qué te encubres, quizá pensaste tomarme desprevenida? ¡Qué error! Si, durante todo el día te he estado barruntando… ¿Qué pretendes con tu insidia, causarme así más daño con tu mordida y tardar una eternidad en soltar tu bocado?...

Buenas tardes tristeza. Yo te saludo con una acidulada sonrisa aflorando a mis labios. Como si fueses una impertinente camarada a la que no tenemos más remedio que abrirles nuestras puertas e invitarla a pasar…Mas, quiero que sepas, que a ti voy a enfrentarme con arrojo. No podrás destruir mi fachada, por mucha sombra que sobre ella irradies. Y a mi espíritu, de este acoso protegeré, aliándome con la esperanza.

¿Qué dices ahora, tristeza? ¿Cruzamos las armas?...

©Trini Reina
25 de junio de 2006